martes, 16 de junio de 2015

Apostilla al nombre de la diosa

Inevitablemente, ha de procederse con mucho cuidado y fuerte determinación para sacar el máximo provecho a la enseñanza que nos ofrece el dilatado y proteico presente. Tener un interlocutor ayuda mucho: al establecer diálogo, dos entidades diferenciadas se dificultan el caer en el ensimismamiento, la ensoñación y el partidismo, promoviéndose así una dialéctica que busca la concordia.
Todo lo que puedo hacer, decir o pensar es en presente. Toda opción está contenida en el presente, un presente continuo en perpetua transformación. Vivir en presente no es algo que elegimos, nos viene regalado de modo tan impositivo que resulta complicado idear una forma de existencia que discurra de otro modo. Todo lo que tiene existencia existe ahora. (En este punto estoy tentado de traer a colación a cierta persona que trató de explicar una actividad en diferido y salió muy mal parada, pero no viene al caso y me reprimo). Contamos, es cierto, con acontecimientos narrados en diferentes formatos que nos transmiten escenas pretendidamente sucedientes en tiempos más o menos remotos o imaginarios, pero lo más fácil e inmediato es inferir que todas ellas se compusieron presencialmente durante un periodo más o menos dilatado de tiempo presente. Lo que cuenta es el resultado al que accedemos y la información que extraemos, todo contenido en un presente vivo en continuo movimiento, para tratar del cual disponemos de una serie de divisiones más o menos artificiales y arbitrarias, y hablamos de un antes y de un después tan imaginarios como el ahora efímero y relativo que salta de instante a instante: mero lenguaje. En un mundo así descuartizado sólo impera la agonía de lo que se descompone. Únicamente lo íntegro e indiviso vive. Animales parlantes se entretienen hilando palabras con las que tejer retales de relato en los que reflejar esa totalidad. Pura actividad, condenada a desvanecerse como espuma. Todo lo que necesitamos saber está delante nuestro, aquí y ahora. Somos esto que vive y muere. Saludamos a lo que permanece.
Salud y buena guardia.

Pero Grullo                                                                                                            

                                                                     

No hay comentarios:

Publicar un comentario