La palabra ‘recordar’ proviene de un término en latín que
redunda en el corazón, ‘cordis’ (de donde también procede la palabra
‘cordial’), lo que sugiere el continuo repaso del flujo sanguíneo por el
corazón, algo que reconforta, calienta y permite la continuidad de la vida como
una actualización del sentimiento. Resulta chocante que la palabra
resentimiento se asocie más al aspecto negativo como huella de rencor, también
la palabra incordio tiene connotaciones negativas, pero no es esa la dirección
que me propongo seguir ahora sino más la de incidir en el corazón como motor de
búsqueda de afectos solidarios. Recordar a los ausentes es acercarlos a un
espacio tan íntimo como el subcutáneo, pasar de extrañar a entrañar, dejar de sentir
su falta y pasar a incorporar, asimilar su cualidad de entrañable,
interiorizar, ser uno mismo con el otro, andar acompañado de sus afectos
encauzándolos en nuestro camino, dejando a la vez ser y estar al otro
dondequiera que esté y lo que quiera que sea. Soltar y dejar ir y venir los
acontecimientos como quien respira. Aspirar, expirar, hasta el último aliento.
Acompasar el paso, pulsar sentimientos compartidos, hacer copartícipes. Tantas
personas, tantos recuerdos. Cada uno con su singularidad. Arrieros somos, por
el camino nos encontramos. Tantos encuentros, tantas despedidas. Pero ya no
somos los mismos, algo nos han aportado. Ojalá pueda yo aportar algo. Gracias.
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