miércoles, 24 de junio de 2015

Desanudándome

Como ente limitado por nacimiento, cultura, educación, desarrollo, etcétera, y debido a cierta inquietud y determinada disposición de tiempo para reflexionar sobre mi condición de ser existencial, se me presenta la muy valiosa oportunidad de acceder al acervo cultural de la humanidad, donde rebuscar y sacar a colación alguno de los temas que con mayor recurrencia han obsesionado a la humanidad desde sus albores, y que han suscitado encendidas polémicas entre posiciones más o menos enfrentadas, alguna de las cuales se ha establecido como escuela de pensamiento que, a su modo, ha pretendido resolver la cuestión en ciernes, fuera ésta la del libre albedrío o la de la adecuación intelectiva al conocimiento de la verdad, se me ocurren ahora como ejemplos. Todavía no se ha alcanzado acuerdo universal sobre tan controvertidas cuestiones, lo que, de por sí, sugiere una pobre adecuación del intelecto al conocimiento de la realidad. El pensamiento ha demostrado ser una poderosa herramienta que, en su desarrollo, ha permitido avances tecnológicos impensables para nuestros ancestros y para nosotros mismos hace algún tiempo. Gracias a ellos, la especie humana se ha enseñoreado de la Tierra y se ha autoproclamado rey y árbitro del mundo conocido, pero, lejos de congraciarnos entre nosotros y con el universo, ha agravado nuestras discordias hasta el punto de modificar y poner en peligro o en alerta el equilibrio de nuestro planeta. ¿Cómo actuar, entonces, individualmente, desde esta constatación? Como poco, me gustaría no añadir más confusión ni más discordia a este mundo tan sembrado de ambas. El pensamiento puede ayudarme a planificar mis tareas diarias para hacérmelas más asequibles, puede ayudarme a distinguir unas cosas de otras para no andar ofuscado y tropezando con todo, pero es evidente que no va a ayudarme a resolver los problemas del mundo, que son en realidad nuestros problemas, generados por nuestro pensamiento. Grandes sistemas de pensamiento se han alternado en preponderancia a lo largo de la historia, oprimiendo o marginando a los disidentes y ofreciendo, cuando menos, consuelo a los partidarios. Si soy honesto trataré de averiguar qué es lo que mejor sé hacer en la dirección del mayor beneficio general y me entregaré a su cumplimiento. Trataré siempre de tender la mano y permanecer accesible hacia el mundo sensible. Me responsabilizaré de mis problemas sin proyectar la culpa o derivar responsabilidades hacia el prójimo o lejano. Buscaré siempre la manera de resolver los conflictos que se me presenten sin rehuirlos. La mejor disposición que se me ocurre a la hora de deshacer un nudo es la paciente. Se requiere de visión y tacto, y su mejor calidad se obtiene en el silencio de la mente, no pergeñando teorías o sistemas para resolver nudos.


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