La sociedad parece estar escindiéndose en
enmascarados y desenmascarados graduales, como una representación simultánea de
las fases lunares en los rostros de la humanidad en curso. Hay quienes se
anclan en el extremo descubierto o en el encubierto y no ceden terreno al
envelamiento o desvelamiento del rostro. Otros, los más, representan el ciclo
completo del eclipse facial en el lapso del día, dependiendo de la situación y
criterio en los que se vayan encontrando.
Los embozados piensan que los desembozados son unos
insolidarios irresponsables, cuando no unos tarados peligrosos a los que más
valdría tener encerrados. Los desenmascarados creen que los enmascarados son
unos sumisos sin criterio propio que amenazan la prevalencia
del supuesto de libre albedrío en la sociedad.
Prescindiendo del origen incierto del virus que
excusa el estado de alarma social que vivimos y de la dudosa intencionalidad de
su propagación, temas que exceden mi capacidad de discernimiento actual, y cuya
investigación seria y exhaustiva me resulta tarea ciclópea para la que no me
siento calificado, lo cierto es que la incidencia y peligrosidad del virus en
cuestión no parecen justificar las medidas desmedidas que se están tomando, que
van desde el absurdo en lo restrictivo hasta lo catastrófico en lo económico.
Más preocupante que el virus de esta gripe de nuevo
cuño me parece el virus del miedo, cuya propagación sí que se está realizando
de forma masiva e intencionada por todos los medios de comunicación que sirven
de voceros de un poder instituido o permitido por las grandes corporaciones
financieras a las que servimos de ganado como sujetos experimentales, mediante
una sobredimensión de la alarma y una inflación de datos. No incubemos el virus
de la discordia y vacunémonos con el virus del amor y del respeto, por nuestros
mayores y por nuestros semejantes. Proyectemos este amor como escudo frente a
la manipulación mediática. Seamos responsables. No dejemos los asuntos de salud y seguridad pública en manos ajenas. Pensemos por nosotros mismos. Seamos racionales y
compasivos.
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